OPINIÓN

¿Armas por vocación?
Esta semana en el Centro Cultural Atacama diversas instituciones de educación superior se dieron cita en una masiva feria vocacional, a la que fueron convocados jóvenes estudiantes de enseñanza media. El evento, organizado por el municipio de Copiapó contó entre sus expositores con un stand de Carabineros de Chile que atrajo a los niños, niñas y adolescentes por medio de la muestra de material táctico y armamento de guerra, como se pudo observar en varios medios locales y regionales que cubrieron la noticia.
Llama la atención esta estrategia de una institución pública y el poco criterio de los organizadores al no aplicar filtros a las formas y al fondo de la muestra, ya que muchos adolescentes también replicaron esas imágenes en sus redes sociales, posando con ametralladoras.
Ante la escalada de violencia que vive el mundo y nuestra sociedad, no puedo evitar manifestar mi preocupación y encender las alertas ante este tipo de acciones, donde nuestras fuerzas armadas y policiales debieran enfocar sus campañas de reclutamiento en el rol de servicio público y resguardo del bien común que cumplen; dejando sus armas en los cuarteles y polvorines, evitando que sean manipuladas por jóvenes que asisten a estos eventos.
Existe actualmente una generación de padres y madres que buscan evitar que sus hijos sean expuestos a estímulos relacionados a la violencia, son quienes intentan que sus hijos no participen en disciplinas deportivas de combate o piden a sus familias que en cumpleaños y otras celebraciones no regalen armas de juguete o video juegos de pandilleros. Soy parte de ese grupo, que busca educar a ciudadanos que construyan un mundo de paz y donde la guerra y la muerte no sean una opción.
Ciertas instituciones, ante el desprestigio social que son objeto, han visto mermadas sus tasas de reclutamiento, aplicando estrategias de acercamiento a la juventud en estos eventos que, a mi juicio, rayan en la falta de ética profesional. Es lamentable ver como nuestros niños, niñas y adolescentes se ven a diario atraídos por la sensación de poder que significa empuñar un arma, sin que nosotros los adultos busquemos protegerles de este tipo de estímulos.