¿Armas por vocación? Gabriel Rives Heine, Periodista.

 

OPINIÓN

Gabriel Rives Heine, Periodista.
Gabriel Rives Heine Periodista.

 

 

 

 

 

 

 

 

¿Armas por vocación?

Esta semana en el Centro Cultural Atacama diversas instituciones de educación superior se dieron cita en una masiva feria vocacional, a la que fueron convocados jóvenes estudiantes de enseñanza media. El evento, organizado por el municipio de Copiapó contó entre sus expositores con un stand de Carabineros de Chile que atrajo a los niños, niñas y adolescentes por medio de la muestra de material táctico y armamento de guerra, como se pudo observar en varios medios locales y regionales que cubrieron la noticia.
Llama la atención esta estrategia de una institución pública y el poco criterio de los organizadores al no aplicar filtros a las formas y al fondo de la muestra, ya que muchos adolescentes también replicaron esas imágenes en sus redes sociales, posando con ametralladoras.

Ante la escalada de violencia que vive el mundo y nuestra sociedad, no puedo evitar manifestar mi preocupación y encender las alertas ante este tipo de acciones, donde nuestras fuerzas armadas y policiales debieran enfocar sus campañas de reclutamiento en el rol de servicio público y resguardo del bien común que cumplen; dejando sus armas en los cuarteles y polvorines, evitando que sean manipuladas por jóvenes que asisten a estos eventos.

Existe actualmente una generación de padres y madres que buscan evitar que sus hijos sean expuestos a estímulos relacionados a la violencia, son quienes intentan que sus hijos no participen en disciplinas deportivas de combate o piden a sus familias que en cumpleaños y otras celebraciones no regalen armas de juguete o video juegos de pandilleros. Soy parte de ese grupo, que busca educar a ciudadanos que construyan un mundo de paz y donde la guerra y la muerte no sean una opción.

Ciertas instituciones, ante el desprestigio social que son objeto, han visto mermadas sus tasas de reclutamiento, aplicando estrategias de acercamiento a la juventud en estos eventos que, a mi juicio, rayan en la falta de ética profesional. Es lamentable ver como nuestros niños, niñas y adolescentes se ven a diario atraídos por la sensación de poder que significa empuñar un arma, sin que nosotros los adultos busquemos protegerles de este tipo de estímulos.