Un aporte de Vidal Naveas Droguett
FIGURAS DE PECES EN LAS ROCAS, EN PLAYA LAS LISAS DE CALDERA
Para no entrar en discusiones vanas, este comentario está dirigido a solo reconocer que, en nuestro país hoy en día, existe un pequeño grupo de jóvenes, maldadosos, resentidos e ignorantes – no así de algunos que, actúan en forma irresponsable –, pero no con animosidad de causar daño.
Y esa es la pregunta: ¿Qué pasa con algunos de nuestros jóvenes?
Esta semana me enteré por la prensa que habían pintado con spray las rocas donde al aire libre, sin rejas, sin censuras y sin impedimentos se exhiben las pictografías que hicieron nuestros antepasados para (¿comunicarse, informarse, culturizarse o entretenerse?)
En las rocas están esculpidos pececitos, escualos y cetáceos, de múltiples formas y tamaños (incluso en una roca hay un zorro).
Es probable que esas figuras hayan sido la publicidad de un mercado, el que ofrece productos del mar; como también puede haber sido un centro educacional. ¿Y porque no pensar en un liceo de artes?
El caso es que estas figuras tienen una antigüedad estimativa de 9.000 años de antes de Cristo, según los estudiosos de este tipo de ciencias. Vale decir que lo que allí está, es de un valor incalculable, imposible de cuantificar en valores comerciales.
Ya hace años atrás, un inescrupuloso dinamitó esas rocas, y se llevó un trozo a su casa para exhibirla entre sus amistades. A ese tontito no lo podemos tratar de maldadoso, sino de ignorante, pues es probable que no se haya dado cuenta del daño que causó.
El sujeto fue detenido, no tuvo castigo ejemplar, pues nuestra legislación es débil e inadecuada. Podríamos decir que la Ley se hace inútil cuando está creada para amparar ciertas incongruencias y para quienes no les interesa la protección del patrimonio.
En este lugar hay, (hubieron) tres cementerios, dos de indígenas y otro de religiosos, de aquellos que llegaron para evangelizar a los antiguos changos del sector. Recordemos que a la zona llegaron algunos Obispos como el Dr. Luis Francisco de Romero, en el año 1709, y posteriormente el Dr. Manuel de Alday en el año 1720.
Unos días antes del atentado, estuve allí viendo el estado destructivo que hay en los cementerios y tuve que lamentar el huaqueo de que han sido objeto, tanto de los encargados de preservar estos tesoros, como los de algunos coleccionistas particulares que, no sé si se dedican al comercio o solo los motiva el egocentrismo de sentirse dueños del Patrimonio Mundial Arqueológico.
En el lugar hubo una ciudadela, quedan a la vista algunos tambos y los restos de un camino costero que, posiblemente haya servido a sus moradores para sus actividades sociales.
Este lugar fue dado a conocer en el año 1984, por el Arqueólogo, señor Ángel Duran e inmediatamente entregado a la ciencia. Para ese tiempo ya había sido objeto de visitas por aquellos científicos intempestivos o huaqueros inescrupulosos, los cuales han impedido un mejor estudio de estos asentamientos.
Uno de los cementerios, el más antiguo perteneció a la Cultura Huentelauquen. Cultura del Periodo Arcaico Temprano, nombre que dan los arqueólogos a los primeros grupos de cazadores y recolectores, existentes en el Continente Americano. 9.000 a.C. – 4.000 a.C.
La Cultura Huentelauquén se caracteriza por la presencia de artefactos de molienda, morteros, raspadores, raederas, hojas, puntas lanceoladas y pedunculadas. No obstante lo más característico de esta cultura son los “litos”, artefactos de piedra con formas geométricas de tres, cinco y más lados. También se han encontrado círculos con muescas de 22 lados. Su presencia estaría ligada a los aspectos rituales de la cultura, básicamente por carecer de elementos que nos hablen de otro tipo de funcionalidad, según lo expresado por el arqueólogo Miguel Cervellino, ex Director del Museo Regional de Atacama. La cultura Huentelauquén correspondería a grupos con movilidad estacional (trashumantes), que se desplazaban desde la costa del Pacífico hasta la falda oriental andina.
Solo me queda lamentar que, el Consejo de Monumentos Nacionales y nuestras autoridades, comunales, regionales y nacionales no han estado a la altura, para cuidar estos vestigios – únicos en Chile, y que algunos estudiosos lo han calificado como único de Latinoamérica –, como lo señala expresamente la Ley 17.288 conocida como Ley de Monumentos Nacionales.