Columna de opinión. Yo no estoy en guerra con nadie; la nueva normalidad.

Columna de opinión.
Yo no estoy en guerra con nadie; la nueva normalidad.

Más allá de los errores que se han cometido comunicacionalmente durante esta pandemia por parte del gobierno y sus representantes, puedo decir que el concepto NUEVA NORMALIDAD, cada vez más se hace una realidad para nuestro país.

Ya antes de la llegada de la pandemia a nuestro país, el último trimestre del año 2019, vivimos un movimiento social, solamente comparado a los años 80 y al movimiento social que finalmente dio paso al fin de la dictadura militar y el regreso a la democracia.

Creo esa comparación, aún es pequeña. Al poco andar de las manifestaciones, que, en parte luego, delincuentes hicieron suyas para robar y destruir, el gobierno impuso el toque de queda. Se hizo uso de las fuerzas militares al mando del General Iturriaga, para llamar al orden a la ciudadanía. El gobierno quiso instalar un estado de guerra, especialmente en las palabras del Presidente. El general a cargo, ante la pregunta de un periodista responde: “soy un hombre feliz y la verdad yo no estoy en guerra con nadie”. La nueva normalidad ya se hacía presente en las palabras del General. Dicho de paso, ¿Qué es del General Iturriaga?; luego de esa intervención, no volvió a estar en pantalla.

Ese movimiento social provocó que las fuerzas políticas, con el rechazo por parte de la derecha e izquierda, terminaran reviviendo el concepto acuñado por el Presidente Ricardo Lagos, al finalizar la primera vuelta en las elecciones del año 1999: «Hemos escuchado al pueblo».

Es así, en la madrugada del día 15 de noviembre del año pasado, las fuerzas políticas después de una intensa negociación, que mantuvo la concentración de los medios de comunicación, llegaron a un acuerdo donde se expresaba el compromiso de desarrollar un mecanismo para aprobar o rechazar nuestra constitución a través de un plebiscito.

Ahí, precisamente ahí, el concepto nueva normalidad se hacía presente. A las pocas horas de haber concretado el acuerdo, parte de la derecha y seguramente asociadas a los poderes económicos, comenzarían a desvirtuar y a tratar de menguar los alcances de este acuerdo histórico. El acuerdo en sí, vislumbra una nueva normalidad. El solohecho de legislar en relación a una modificación a nuestra carta fundamental para incorporar o dar al pueblo el Derecho a someter a plebiscito nuestra constitución; sin lugar a dudas es una nueva normalidad.

Luego la llegada de la pandemia y el llamado a quedarse en casa, mantener la distancia, usar mascarillas, lavarse con mayor recurrencia las manos, sin lugar a dudas también forma parte de esta nueva normalidad. Es aquí, donde se hace más dramático este concepto. La muerte de nuestros seres más queridos, se hacía pasar como cifras normales, y estas en su mejor caso erradas, desvirtuadas, omitidas, nunca representaran una normalidad.

El modelo económico exitoso del cual nuestro país se venía jactando y destacando sus atributos, nos ha permitido evidenciar, que este, para una buena parte de la población, es solamente un maquillaje, que cubre las imperfecciones, que en ocasiones trasforma, que en otras distorsiona, pero que, en lo más íntimo, no revela la realidad. El cov 19, nos ha quitado ese maquillaje, de TV por cable, de uno o dos autos estacionados en cada casa de pasajes estrechos, de las grandes marcas de ropa, del recambio de electrodomésticos cada vez más automatizados, de viajes y vacaciones a costa del endeudamiento. Esa realidad descubierta, también es una nueva normalidad; a cara descubierta.

El concepto de nueva normalidad, seguramente será considerado como el slogan que marcó y marcará la gestión de esta pandemia, encabezada por el Presidente de la Republica y llevada adelante por el Ex ministro Mañalich. La invitación a salir de nuestras casas a tomar café y luego la respuesta arrogante y sarcástica del ministro, también deben marcar una nueva normalidad. Nunca más un ministro o representante de un gobierno o el Estado se puede expresar de esa manera y nunca más un ministro podrá dejar de responder a las preguntas que se le formulan, más aún cuando estamos en un estado de pandemia y con la necesidad de información.

Qué duda cabe, que el pueblo ha demandado por los cambios que hoy día se debaten en el circo de la TV. Aun así, considerando que es un circo la TV, a lo menos esto también representa una nueva normalidad. La pantalla chica ha mostrado una mezcla de políticos y científicos nacionales que hacen contrastar los intereses particulares con el bien común y los comentarios en algunos casos, siempre y cuando los conductores no interrumpan análisis estadísticos de grandes catedráticos, nos permiten mayor información y mejor información. Esa nueva realidad, la de dar cabida a la ciencia en los programas, espero se trasforme en nueva normalidad de la televisión chilena.

Se entiende que todo no puede ser tan radical, ojalá las personas también elijan programas donde se explique y se den argumentos confiables para educar a las personas, instruirlas y así tomar decisiones informadas y no se prefieran programas o reportaje baratos, donde se muestra lo indigno y la miseria en que puede llegar a vivir una persona o familia. Espero que la “nueva normalidad” o el “Chile cambió” se traduzca en una mejor tv y no se siga argumentando por parte de los animadores o directores; “Somos un programa de entretención” o “como periodista debo informar y de la forma más veraz posible”, como para exculpar las omisiones, las reverencias a los poderes fácticos que mantienen la propiedad de los medios de comunicación.

Esta nueva normalidad, es nueva normalidad especialmente para el sector donde se acuño este slogan. La derecha de nuestro país. Pero así también debe serlo para la izquierda y para todo nuestro país.

Hay una inquietud, en los sectores políticos que los ha llevado a cometer grandes errores para ellos, pero que también ratifican este concepto de nueva normalidad. Me refiero al cambio en la constitución que no permite la reelección de grandes “próceres” con más de 20 años en nuestra política. Un error, que seguramente está moviendo las aguas, para revertir de alguna u otra manera esa decisión y así también para intentar postergar el plebiscito.

La estrategia es clara entre el poder económico y político, al más puro estilo de «House of Cards», el estallido social y la nueva normalidad que estamos buscan, los afectó y por esa razón los 5 mil millones de pesos donados a la Teletón por el gremio de empresarios y luego los casi 500 ventiladores mecánicos. ¿Estarán queriendo redimir sus pecados relacionados con tanta colusión y abuso? En buena hora, los ventiladores.

La nueva normalidad se debe traducir en una nueva realidad y debemos dejar atrás
paradigmas que han estado asociados a un modelo económico poco equitativo, injusto en ciclos económicos expansivos y miserable en momentos de contracción económica o pandemia, que hoy después de muchos años de debate y se van dejado atrás en pos del bien común, como lo es el endeudamiento y el uso del FEES (Fondo de estabilización Económica) y el retiro de los fondos de las AFPs. ¿Por qué el endeudamiento y el FEES no se usaron antes para aumentar el ingreso mínimo o financiar más meses de posnatal o para inyectar dineros en desarrollo de tecnología o investigación?

La nueva normalidad, este slogan que marcará el error comunicacional en la gestión de la pandemia, se debe traducir en la esperanza de cambio este Chile, para buscar mayor equidad y justicia, donde el bien común sea esa nueva normalidad y el abuso y las imposiciones de parte de un modelo poco honesto, comience su retirada.

Gary J. Núñez Ordoña