Enrique Lillo Antúnez:
¿Qué sería de nosotros sin los precursores?
La memoria es un recurso fundamental y necesario en la construcción de una identidad
propia, el recuerdo de las personas que han dado los pasos iniciales en cualquier actividad son simplemente trascendentales. ¿Qué sería de nosotros sin los precursores? Sin aquellos que una y otra vez intentaron alcanzar un anhelo, un objetivo, un logro ¿Qué sería? Enrique Lillo Antúnez, es sin lugar a duda uno de aquellos. Un hombre que en el transcurso de su vida intentó alcanzar objetivos y logros, los que hoy, en el momento de su despedida lo destacan y perpetúan. En su pasar por nuestra región, le tocó participar del complejo desafío que significó el cierre de las Universidades Técnicas Estatales del País, momentos en los cuales la posibilidad de estar en desacuerdo no era una cosa cotidiana, ni mucho menos simple. Sin embargo, logró llevar adelante el anhelo que representaba la sociedad de la época, contar con una Universidad Regional, Estatal, Pública y Laica, propia de la Región de Atacama. Tras siete meses de gestiones un decreto establecía nuestro nacimiento como Universidad.
Hoy cuando miramos al pasado y nos encontramos con fragmentos de la historia que nos cuentan que por algunos meses fuimos instituto – Instituto Profesional de Minería de Copiapó – nos llena de emoción constatar que al alero del esfuerzo de hombres y mujeres que con compromiso y amor por la ciudad, por la región y por el país, siguen volcando sus esfuerzos por hacer crecer y trascender la institución que para muchos de nosotros es el Alma Mater.
La Universidad de Atacama de hoy ha crecido, ad portas de un nuevo aniversario se desarrollan en sus salas de clases las más variadas áreas del saber, así del origen natural que tuvimos desde la minería y la educación – necesidades que la región nos requirió en su tiempo – hoy hacemos lo propio dando respuesta al siguiente nivel de preparación de profesionales, la investigación.
La pasión y la dedicación con un objetivo claro, es un legado que nos deja Don Enrique, el interés por la educación y la cultura son testigo de ello. Iniciativas en la nivelación y ampliación de conocimiento para trabajadores, fue uno de sus esfuerzos que abordó desde las más variadas iniciativas. La dirección del Centro de Desarrollo Cultural de Caldera, le dio el tiempo y la tranquilidad para aquilatar y transmitir toda su experiencia.
La Universidad de Atacama reconoce en Don Enrique Eusebio Lillo Antúnez, un hombre de talante noble, de discurso gentil, pero por sobre todo, un ser humano comprometido con que la sociedad en su conjunto crezca, se desarrolle y cultive. Así construimos identidad, con el recuerdo y reconocimiento a los precursores.
Descansa en paz Enrique Lillo Antúnez.
Dr. Celso Arias Mora
Rector Universidad de Atacama