
El sentido de la vida en cada persona, es un asunto clave en nuestra existencia, aunque no todos tienen consciencia de aquello. Todos los pueblos y culturas, se han hecho la interrogante vernácula (desde el fondo del tiempo), sobre el significado de la vida, o de la existencia, sintetizadas en las preguntas clásicas: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Hacia dónde vamos?
El sentido de la vida, está asociado a la filosofía de cada persona, a sus concepciones metafísicas, como el concepto de Dios, el más allá, la transmigración de las almas, a sus concepciones valóricas: la ética, el libre albedrío, la ontología o sentido del ser, elementos simbólicos como la cosmovisión, convicciones espirituales y/o religiosas. Proceso que se vive en un lenguaje concreto, con consciencia despierta y pensamiento crítico.
Un sentido de vida determina una vida con sentido. La razón de vivir, o la razón de ser, son claves para la existencia (o no) de la armonía, realización, felicidad, salud y longevidad, en las personas. Pero, en la actualidad, esta tendencia colisiona con un fuerte materialismo, que se expresa en el nihilismo, que niega la vigencia de los valores, y el hedonismo, que es la compulsión por el placer inmediatista, sin responsabilidad por las consecuencias. Esta situación se agrava por el debilitamiento o ausencia de los referentes espirituales, además del desbordado individualismo.
Materialismo que induce a un reduccionista sentido de vida, minimalista de la dignidad del ser humano, en el que: “tener” tiene primacía sobre el “ser”, un mundo de apariencia, máscaras, sombras.
El remedio para esta enfermedad social es el retorno a los principios y valores del Humanismo. Pero, ¿Dónde están esos referentes? El mejor vehículo formativo de valores está en el pensamiento concreto, simple, directo. En este proceso, el arte en general: visual, auditivo, escrito, multimedial, -más que la filosofía y sus complejos esquemas de pensamiento- tiene un gran impacto de contagio y viralización de ideas y conceptos. Una buena narración, obra de arte, o material audiovisual, penetra mucho más en las personas y es más incidente en la formación o destrucción de valores en la sociedad.
Debemos ser proactivos, asumir que toda causa tiene efectos, que debemos buscar y promover las cosas que hacen que valga la pena vivir, que hacen pleno y armonioso el devenir Tiene que ver con la frecuente y profunda inmersión álmica del viaje interior, en el acto de ser y estar en el mundo exterior. En su interioridad la persona busca esclarecer lo que le gusta, lo que sabe, lo que puede aportar al mundo y en lo que este le recompensará.
Aquello que da satisfacción, armonía y sentido a la existencia.