Por Vidal Naveas Droguett
EL CUCHARA
¡Geia sou fíle! ¿pós eísai? Ítan mia stigmí apó tóte pou échoume dei o énas ton állon. ¡Tha eínai!
Echar de menos a un amigo es válido, justo cuando ya no está en la bomba, donde yo iba a rellenar el estanque, y así aprovechaba de saludarlo. Ya no se ve en las calles de Caldera – (visualmente) – tampoco está en la calle Gana, ni en la plaza, ni en los lugares que frecuentaba(mos), pero sigue estando en la retina de muchos de sus amigos, probablemente los mismos que hoy se juntan en las cercanías de la plaza, por ahí cerquita de la Cruz Roja.
A lo mejor si estuviera en este mundo, también se iría a juntar con los PM, (personas, mayores) de Caldera.
Bueno, el caso es que encontré una foto y deseo compartirla con su familia, con sus amigos que, como yo disfrutamos de sus bromas, del payaseo y locuras de juventud: Como gritar en las calles – a altas horas de la noche – despertando a la gente; metiendo bulla, gritando leseras como el texto que escribí arriba.
Mi amigo, “El Cuchara” – de quien hablo – a veces se creía griego, noruego, italiano o alemán e inventaba diálogos que nadie entendía. De esquina a esquina hacía sentir su peculiar saludo ¡¡Geia sou fíle!! ¡¡ellahIl il a Popisso il a poppano…!! Pero, así debieron ser las felicidades que le desearon alguna vez iracundos vecinos.
Sus bromas a más de alguno, debió haber afectado…
Si hasta el Oscar comento una vez ¡¡Es muy pesao este gueón!!
A lo mejor muchos no saben de quien hablo, pero eso no importa, haber sido su amigo me basta y como dije arriba, muchos se deben recordar de él, Julio Vargas Encina, El Cuchara, de Caldera, que hoy está de cumpleaños, pues nació un 25 de mayo de 1954 y se fue de este mundo un día 3 de marzo, no recuerdo el año porque, para mí fue como que ocurrió ayer. Si me recuerdo de las maldades que hicimos, de las farras que nos dimos, del consumo y otras yerbas; de cuando andábamos metidos en las fiestas de la reina, etc. etc.
Pura buen onda, hasta que fuimos mayores y adquirimos responsabilidades.
Me recuerdo especialmente aquel día en que lo fui a visitar, porque había sabido que un cáncer lo estaba agrediendo fuerte. En realidad poco me gusta andar en las casas haciendo visitas, pero ese día fue algo especial. Me armé de valor y fui verlo: ¡Chuta, casi me fui de espaldas cuando llegué a su casa! ¡Y estaba en el féretro! la puerta entreabierta lo denunciaba…
Fue una experiencia triste, me fui a cambiar ropa, sacarme los shorts y las chalas y partir al cementerio para decirle que los sentía, y que pronto no íbamos a encontrar allá, donde la inexorable siempre llega.
Un homenaje amigo de la infancia, adolescencia y juventud.
En la foto, me rodea “El Cuchara” y otro amigo que es músico y también compañero de farras. Junto a nuestras compañeras de curso, pues pertenecíamos a un liceo nocturno.
Mantente alto amigo, y disculpa si interrumpí tu sueño profundo, es que quise recordar viejos tiempos y me fui en vola´.
¡De dulce y de agraz, lindos y tristes recuerdos!