Entrevista Profesionales del programa A Convivir se Aprende entregan recomendaciones para enfrentar el ciberbullying en las comunidades educativas

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publicado por Marcelo Ruiz-Tagle Escobar director@eloradorilustrado.cl α&Ω

 

Hostigamiento, acecho o stalking, difusión no consentida de imágenes íntimas; fraping; perfiles falsos; exclusión y cancelación; filtración de información y grooming son algunas de las formas en las que opera el ciberbullying, una problemática que nace al alero del florecimiento de la cultura digital y boom de las redes sociales. Lamentablemente las comunidades educativas han sido uno de los espacios donde se crea y se recrea, con mayor frecuencia y con impactos más nocivos.

La salud mental escolar se instala como una agenda pública prioritaria para las carteras de Salud y Educación y ya se trabajan en Políticas nacionales que abordan estas materias. El programa para la Reactivación Educativa del Mineduc considera el eje salud mental y se despliega a través del programa A Convivir se Aprende, que entrega herramientas a las comunidades educativas para enfrentar y prevenir la violencia escolar.

En Atacama es ejecutado por el departamento de Psicología de la Universidad de Atacama, cuyos profesionales y académicos transfieren conocimientos y habilitan herramientas socioemocionales a directivos, profesores y equipos de convivencia escolar de las 9 comunas.

En este entrevista, David Cuadra, magíster Psicología educacional, académico del departamento de Psicología e integrante del equipo A convivir se Aprende Atacama, advierte del impacto del acoso digital y entrega recomendaciones para enfrentar y prevenir en un contexto educativo

¿Cómo puede afectar a una persona cuando son grabadas y el video es subido a redes sociales, donde algunas veces son criticadas por su aspecto físico?

Las redes sociales son un medio en importante crecimiento, en donde los usuarios influyen, informan y persuaden a otros, además de establecer relaciones sociales de diverso tipo. Algunos de sus beneficios son el contar con una forma rápida de comunicación, el acceso a la información, el aprendizaje informal de diversos contenidos, y la mantención de vínculos sociales que de no contar con este medio, probablemente se perderían.
Con respecto al efecto de las críticas sobre la imagen corporal de una persona, que hacen los usuarios de redes sociales, a propósito de imágenes y fotos subidas a la red, hay un conjunto de consideraciones psicológicas. La primera, es que las redes sociales (online) ofrecen a diario cientos de fotos y videos, por ejemplo, de celebridades, que transmiten estándares de belleza corporal que podrían ser inalcanzables para muchas personas, pudiendo generar así un bajo bienestar subjetivo o producir problemas en la construcción de una autoimagen y autoestima corporal saludables, sobre todo en períodos etarios de mayor vulnerabilidad. Así, la comparación de las propias imágenes y fotos subidas a redes sociales (online), con estos estándares de belleza corporal transmitidos en estas mismas plataformas, podría producir un impacto psicológico negativo en la salud mental, la autoestima, el autoconcepto físico y el bienestar subjetivo, sobre todo ante críticas negativas de los usuarios sobre la figura corporal, que caen en la línea del hostigamiento.
Los segundo respecto a esta pregunta, es que actualmente hay evidencia de un uso problemático o patológico de estos medios, además de la promoción, validación y normalización de diversos tipos de violencia en estas plataformas. Así, dependiendo de cómo la persona utiliza la red social, las capacidades cognitivas, habilidades socioemocionales, red de apoyo sociofamiliar y el periodo etario de desarrollo, podría haber un mayor o menor impacto en la salud mental, bienestar subjetivo, autoestima y autoimagen corporal de la persona expuesta a hostigamientos, a propósito de imágenes o videos publicados de su persona. La evidencia actual muestra que el hostigamiento en redes sociales, que implica escribir palabras ofensivas en la sección de comentarios de una cuenta de redes sociales y enviar o publicar imágenes de alguien para humillarlo, es el tipo de ciberacoso más frecuente, además de dañino para la salud mental.

¿Cómo afectan las redes sociales en la salud mental de las personas, cuando son víctimas de burlas?
Actualmente hay evidencia de que un uso intenso y problemático de las redes sociales (online) pone en riesgo a la persona, como perpetrador de la violencia en línea y como víctima de la misma. La exposición repetida a la violencia puede hacer que parezca normal o aceptable; además, la falta de interacción social cara a cara disminuye las consecuencias negativas de este tipo de violencia o la capacidad para reconocerla a tiempo. Junto con esto, existen grupos sociales de mayor riesgo ante este tipo de violencia.
Cuando una persona es víctima de burlas hostiles – un tipo de violencia – el objetivo del que se burla es amedrentar, hostigar, dañar, ridiculizar o humillar. Ante esto, las reacciones del burlado pueden ser la venganza – por ejemplo, a través de la misma red social – ignorar la burla o bien, dependiendo de un conjunto de condiciones sociopsicológicas, verse afectado de manera importante a nivel físico con dolores de cabeza, insomnio, bajo apetito, etc.; escolar, como la baja asistencia, el bajo desempeño, fracaso académico, problemas de conducta; psicológico, como el deterioro de la autoestima, la presencia de síntoma de ansiedad, depresión, estrés y elevada inseguridad; y social, como el aislamiento y rechazo social de los grupos. A nivel psicológico y profundizando, en el caso del ciberbullying se sabe que puede llegar a modificar de manera importante las creencias fundamentales de las personas, por ejemplo, de un mundo justo y desde allí, existe la probabilidad de llegar incluso a la ideación suicida e intento de suicidio, sobre todo en quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad psicológica.

¿Algún llamado a la comunidad, a colocarse en la posición del otro, ya que esto puede ser un factor negativo para algunos?

Dado el masivo uso de las redes sociales y las múltiples amenazas asociadas, el llamado es a esforzarse por fortalecer el uso positivo de estos medios y erradicar los comportamientos negativos al respecto. Naturalmente que esto no es una tarea fácil, dado que se requiere desarrollar un conjunto de capacidades cognitivas y socioemocionales para operar en estas plataformas. Un primer nivel de abordaje lo tienen los padres y madres. Estos cuidadores pueden supervisar y orientar a sus hijos e hijas adolescentes y pre adolescentes, en un adecuado uso de estas redes, estableciendo control y límites. Esto significa que los comportamientos de los hijos/as en las redes sociales han pasado a ser parte de la educación parental.
Un segundo nivel es la alfabetización digital. Específicamente, se requiere que desde distintos contextos educativos las personas sean educadas en el uso de las redes sociales, sobre todo para desarrollar una mayor conciencia de las amenazas, identificar los comportamientos negativos y corregirlos y desarrollar capacidades para autoprotegerse en estos espacios digitales, por ejemplo, habilidades socioemocionales y pensamiento crítico.
Un último punto, es la necesidad de promover en la comunidad, desde distintos contextos y sobre todo las escuelas, comportamientos solidarios y empáticos con los otros. Hay evidencia científica de una importante disminución de la violencia, a partir de los comportamientos empáticos, prosociales y solidarios de las personas. La formación en los valores a la base de estos comportamientos, el modelado, la práctica de estos comportamientos positivos y la generación de condiciones sociales contextuales seguras, pueden favorecer el desarrollo de personas más solidarias, prosociales y empáticas.

¿Las redes sociales cómo han marcado la vida cotidiana de la comunidad?

Una de las características del siglo XXI es su desarrollo tecnológico y dentro de este, el notable crecimiento del uso de las redes sociales. Actualmente la mayoría de las personas utiliza estas redes al punto de llegar ni siquiera a pensar vivir sin éstas. Han llegado a ser una parte fundamental en la vida de las personas. Por ejemplo, hay datos que señalan que el 96% de los jóvenes usa las redes sociales para interactuar, compartir opiniones e informar.
En el caso de Chile, Instagram es una de las redes sociales de mayor crecimiento y está entre las más utilizada por la población en general, siendo predominante su uso en las personas de 14 a 22 años de edad. Además, es una de las redes sociales en la que más confían los adultos jóvenes para informarse de la actualidad.
Aunque el impacto de estas redes en la vida cotidiana es multidimensional, hay algunos comportamientos que merecen mayor atención. El primero, es que la evidencia científica muestra que muchos usuarios de redes sociales publican públicamente información que debería quedar en el espacio privado, lo cual los expone en su intimidad. Esto advierte sobre lo sensible de la información que circula en las redes sociales. Lo segundo, es el nivel de confianza que los usuarios de redes sociales tienden a tener con los otros usuarios de estas redes, estableciendo vínculos en la web sin la necesaria evaluación del riesgo y seguridad en el mantenimiento de estos vínculos. En tercer lugar, estas redes también son fuentes de una variedad de amenazas a las que la población se enfrenta diariamente. Entre estas, está la adicción digital, la discriminación, el discurso de odio, la desinformación, los estereotipos corporales y el ciberacoso; todas estas son problemáticas que han pasado a ser parte de la cotidianeidad de los usuarios de redes sociales, para las que no se encuentran lo suficientemente preparados. Desde esto, se puede concluir que las redes sociales son un recurso y herramienta masiva que ha pasado a ser parte de la vida cotidiana de las personas, lo cual ha develado la necesidad de educar a la población en su adecuado uso.

Autor:
David Cuadra Martínez es Dr © en Psicología, Magíster en Psicología educacional, Psicólogo y Académico del departamento de psicología de la Universidad de Atacama.