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α&Ω publicado por Marcelo Ruiz-Tagle Escobar director@eloradorilustrado.cl
Hemos asumido como propias miradas culturales heredadas, que no recogen ni corresponden con nuestra realidad. Ideas preconcebidas que carecen de fundamento, que son asumidas como convenciones que determinan nuestros modelos cognitivos y conceptuales . Nuestros sentidos nos informan del mundo, nos dan una percepción de la realidad. Configuran el mapa mental que guía nuestra percepción, pensamientos, procesos culturales y productivos.
El Mapamundi tradicionalmente es presentado desde la perspectiva de los primeros navegantes y geógrafos que salieron desde España, con una mirada euro-céntrica. Era natural para ellos que desde siempre se orientaron su navegar por la Estrella Polar, la que marca su referencia al norte magnético. Pero, en el hemisferio sur, nunca se ve la Estrella Polar. Se orienta por la Cruz de Sur.
Esto también ocurre cuando se afirma: “la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta”, lo que parece muy coherente. Sin embargo, comprendemos que esa afirmación es falsa cuando tomamos conciencia que la tierra es un geoide y que la superficie terrestre es esférica. En cartografía, se afirma que en los mapas el norte debe ir arriba. Esa convención no es tal, carece de fundamento y conforma una premisa falsa, aún cuando está profundamente arraigada en las personas y el subconsciente colectivo. Si imagina una circunferencia en el espacio verá que no tiene arriba ni abajo, lo mismo pasa cuando se observa la luna llena.
En el hemisferio sur, nuestros pueblos ancestrales ameri-andinos, por milenios -y hasta hoy- guían sus desplazamientos de acuerdo a su propio orden celeste. En una noche oscura, al mirar el cielo encuentran la inmutable y brillante Cruz del Sur o Marca del Petrel que, en su extensión más larga, marca con precisión el polo sur, actuando en los pueblos de estas latitudes como faro orientador.
En general, debemos cuidar la pertinencia cultural y la propia identidad. Nuestro mapa mental está determinado por un entorno histórico-cultural, determinado por la perspectiva cristiano occidental y eurocéntrica. Pero, eso no puede implicar olvidar nuestro acervo ancestral. El conocimiento no es innato ni tampoco producto de la suerte de intuir, abstraer o generalizar experiencias sensoriales. El conocimiento se construye en la relación, no es un estado sino un proceso dinámico, en permanente cambio.
“El mapa no es el territorio” (Gregory Bateson); no es la realidad, sino solo una representación. Una cosa es simplificar la realidad para un análisis conceptual, pero, otra distinta, es creer que el modelo simplificado “es” la realidad. La representación es subjetiva, intrínseca al individuo, depende de la perspectiva y el entorno cultural. El desarrollo cognitivo y lingüístico está altamente marcado por el impacto sociocultural; por padres, el entorno y la educación. Francisco Varela y Humberto Maturana, enseñaron que: “Cada vez aparece más firme la convicción que la conciencia no puede ser entendida como algo individual y privado; es un fenómeno fundamentalmente íntersubjetivo, colectivo”. El sujeto y su realidad son inseparables.
Por eso motivamos esta reflexión, intentando sacudirnos de primacías o cualquier dominio cultural, en beneficio de nuestra rica identidad propia de nuestra ubicación hemisférica. La percepción de la realidad es inducida y configura nuestro mapa mental con evidentes distorsiones culturales. La inadecuada presentación de un objeto o un sujeto, genera imágenes equívocas, alterando las relaciones, distorsionando el mapa mental de las personas. Es lo que ocurre con la presentación tradicional del mapamundi. Desde una perspectiva hemisférica ¡EL SUR ES NUESTRO NORTE!
La emergente realidad digital ha cambiado las relaciones témporo-espaciales (topológicas), la dinámica geopolítica genera nuevos pivotes económicos en la cuenca del Océano Pacífico.
Allí emergen las economías más dinámicas, las mayores concentraciones de población, determinando nuestros promisorios flujos comerciales. En este dinámico proceso, nuestro emplazamiento constituye una posición estratégica (geopolítica). Debemos tomar y formar conciencia de esto, sacudirnos de los convencionalismos colonialistas y de miradas con perspectivas ajenas, para enseñar a las futuras generaciones “UNA NUEVA MIRADA”.
Este mapa que nos ofrece una perspectiva, propia, ancestral, vernácula. Les invitamos a ejercitar el pensamiento crítico y elevar la consciencia, en el cambio de la percepción de la realidad, con más pertinencia, identidad y orgullo por lo nuestro. No podemos permitir que se siga configurando en el mapa mental de las nuevas generaciones una concepción de marginalidad o aislamiento que limita nuestra perspectiva y prospectiva. Invitamos a todos a una mirada inquieta, promoviendo el cambio y la innovación en toda la dimensión humana.