Fue en septiembre de 2020, sólo semanas antes del plebiscito que nos llevaría a la Convención Constituyente, cuando la encuesta CADEM, barómetro semanal de la política local, al preguntar sobre cuál era el modelo sociopolítico que los chilenos considerábamos más adecuado, obtuvo por respuesta que casi un 70% de la sociedad nacional (68% para ser más exacto) cree que el modelo político – económico de Chile “debiese estar basado en la Socialdemocracia”.
Hoy, ad portas de decidir sobre aprobar o rechazar el proyecto de Carta Fundamental que la Convención Constituyente presentará, al concluir su mandato, el próximo 4 de julio, resulta más que pertinente recordar que la Socialdemocracia no es un simple “gobierno de centro”, como -sin mayor sustancia y contenido- han intentado definirla algunos personeros públicos o socialdemócratas de última hora.
La Socialdemocracia es una ideología política que favorece la intervención económica del Estado en la sociedad para promover la justicia social, en el marco de una democracia representativa y una economía social de mercado. Para los Socialdemócratas la redistribución del ingreso y la regulación de la economía, en aras del interés general y del estado de bienestar, son una necesidad ineludible desde que Eduard Bernstein, padre de la Socialdemocracia moderna, advirtió -a comienzos del siglo XX- que “en una buena ley de empresas puede haber más socialismo que en la nacionalización de todo un conjunto de fábricas”. Por ello, los socialdemócratas se caracterizan por su enérgico compromiso con el impulso de políticas públicas destinadas a reducir la pobreza, la desigualdad y la opresión de grupos desfavorecidos. Para la Socialdemocracia constituye un
objetivo prioritario de gobierno crear condiciones que permitan, dentro de un régimen democrático, un desarrollo económico y social igualitario y solidario. Por eso, para los Socialdemócratas, educación, salud, vivienda y seguridad social son Derechos Humanos, derechos económicos, sociales y culturales que merecen protección jurídica (incluso más allá de las legislaciones nacionales), con el fin de garantizar el bienestar económico, la educación y la cultura de la población.
El borrador del proyecto de nueva Constitución, que hemos tenido a la vista, coincide con ese ideario, desde el momento mismo en que declara que “Chile es un Estado social y democrático de derecho”.
Los Socialdemócratas nos sentimos identificados con el trabajo de la Convención, y es por ello que, en paralelo con nuestra labor de formación del
Partido, es decir, con la recolección de las firmas de adhesión necesarias para concluir el proceso de legalización del PSD (iniciativa que a paso firme avanza en distintas regiones del país), nos hemos sumado también con energía a la tarea ciudadana esencial de difundir el borrador de texto constitucional propuesto por la Convención Constituyente y debatir sobre su contenido desde nuestra particular perspectiva ideológica. En eso estamos los Socialdemócratas, porque creemos sinceramente que al hablar de Socialdemocracia y nueva Constitución aportamos al futuro de Chile, al sueño compartido de casi el 70% de la ciudadanía, que aspira a que ese futuro debe ser Socialdemócrata.
Por Marcelo Díaz Suazo Abogado, Secretario General del Partido Socialdemócrata de Chile (en formación)