Hoy hace ya más de un año que tuve el incidente cardiológico que me dejó en las puertas del otro mundo. Aun cuando no es un día especial para mí, lo quiero conmemorar como si lo fuera. Claro que, si le preguntamos a Mr. Google, nos encontraremos que cualquier día del año tiene diversas conmemoraciones o celebraciones, por ejemplo, hoy 16 de mayo es el día oficial de la luz, muy en concordancia con mi apellido.
Pero ¿por qué quiero conmemorar este día? Pues simplemente porque aquel día que me infarté me ocurrieron varias cosas que quiero expresarlas pues este tipo de experiencias puede serle de utilidad a otras personas.
De partida siendo médico no me había percatado que esa pequeña molestia que sentía en el pecho cada vez que corría mucho (y me gusta correr) era angina y no la interpreté como tal pues era suave y se me desaparecía rápidamente y las características no tenía semejanza con ningún dolor anginoso que había leído o me habían comentado los pacientes que la habían tenido, o sea nada de dolor que aprieta, punzante con irradiación al brazo o al hombro o al cuello, solo una especie de picazón en el centro del pecho. La tuvo por varios años, no recuerdo ni como ni porqué comenzó, pero nada me hacía sospechar que tenía riesgo. Ese día a las 2:30 AM subí rápidamente 9 pisos sin pensar que era un esfuerzo importante. Cuando llegué a mi habitación sentí la molestia de siempre, solo que esta molestia se mantuvo y se intensificó hasta el punto que se transformó en un dolor fuerte, opresivo y limitado al centro del pecho, pero ahora sí pensé que estaba con un infarto, de modo que bajé al subterráneo, me monté en el auto y me fui al hospital, dejando estacionado el vehículo muy próximo a la entrada de urgencias. Entre raudo directo a la sala de reanimación porque el dolor ya se hacía insoportable y me acerqué al enfermero que allí estaba diciéndole que estaba con mucho dolor. El me miró y debo haber tenido el rostro contraído por el dolor pues me subió de inmediato a la camilla y llamó al personal gritando que había un infarto.
Después lo que más recuerdo es que me quedé quieto me tomaron un electrocardiograma y me llenaron de medicamentos y de vías arteriales y venosas, por donde extraían para exámenes e introducían diversos medicamentos para tratar la emergencia y el dolor que no cedía.
En esos instantes me invadieron solo 2 pensamientos, el primero era comunicarme con mi señora que no vive conmigo, para informarle y para entregarle los códigos de mis cosas, clave de la puerta, de mis cuentas, de mis teléfonos, de mis computadores, etc. La urgencia la tenía porque yo daba por seguro que no iba a seguir en este mundo y además quería ser yo quien le explicara en que condición estaba en ese momento. El segundo pensamiento era el que más tristeza me producía y no era otra cosa que la angustia de no poder despedirme de cada uno de mis 4 hijos. Entonces fue que me prometí que, si pasaba esta prueba, abrazaría con fuerza a cada uno de mis hijos y aumentaría mi frecuencia de visita, pues la mayoría viven lejos de mí, la mitad de ellos en Europa. Todo lo que continuó después ocurrió como en una película, recuerdo que en las primeras horas alguien me dijo que no me moviera para nada, que apenas respirara. En otro momento escuche a un médico que decía: “tiene muy baja la troponina” (esta es una enzima que aparece en el infarto cardíaco producto del daño del músculo) y otro le contestó “¿sí? Espérate un rato y verás”. Efectivamente la segunda vez estaba muy elevada. Lo único que quería yo era que se me pasara el dolor, el que luego de varias dosis de fentanil y al mediodía pude sentir finalmente el alivio.
En conclusión, después de algún tiempo, me hicieron un examen de revisión de las arterias cardíacas ya no en Copiapó y allí me informaron de la necesidad de realizarme cirugía para bypass coronario por el compromiso serio que tenía,
Ahora camino con 4 bypass y una arteria radial menos y otros vasos que fueron destinados a la función coronaria, con la idea de tener que modificar mi conducta laboral futura.
Eso no ha funcionado mucho y sigo entregándome con igual fruición a mis tareas. Pero no estoy arrepentido, creo que he cumplido con mi tarea en este mundo y puedo seguir haciendo lo que más me gusta y resulta que estoy haciendo ello. Por eso esta conmemoración y creo que es una conmemoración que hago cada uno de los días que despierto. Y la seguiré haciendo.