Los pueblos originarios andinos de la zona norte, en la lengua quechua, denominan Ayllú a cada comunidad.
Inspirados en la cosmovisión y trabajo comunitario de los pueblos originarios, hoy damos un nuevo paso para transformar Chile mediante la conformación de este Ayllú Ciudadano.
Conformamos una comunidad, un equipo que deberá impulsar un gran diálogo territorial, ciudadano, amplio, diverso, inclusivo y descentralizado que permita recoger distintas visiones y miradas para co-construir el programa de gobierno de esta candidatura con un claro sello transformador, que nos permita superar el neoliberalismo a través de un modelo socio ambiental donde los territorios y las personas estén en el centro, para construir un Chile justo, colaborativo y sustentable.
Este primer Ayllú Ciudadano será coordinado por una dupla paritaria e independiente: Marcelo Mena Carrasco y Macarena Lobos Palacios, quienes aplicarán la metodología de escucha y participación que utilizamos para construir en tiempo récord la propuesta de mínimos comunes de la oposición.
No olvidemos. Fue el reencuentro político-social el que permitió doblarle la mano al Gobierno del Presidente Piñera, para que después de 15 meses abriera los ojos, y la billetera, y se pudiera llegar con beneficios efectivos a todas las familias que han sufrido las consecuencias de la pandemia.
Durante los próximos días nuestro Ayllu ciudadano, elaborará las bases programáticas de nuestra candidatura, estructuradas en diversas líneas temáticas (desarrollo económico justo y sostenible, educación, salud, niños, niñas y adolescentes, personas mayores, pueblos originarios, mundo rural, artes, culturas, patrimonio y economía creativa, inclusión, ciencia y tecnología, y el buen vivir, y con ejes transversales de descentralización, perspectiva de género e inclusión, entre otras). Estas serán dadas a conocer próximamente para iniciar un amplio diálogo político, técnico y social que permita enriquecerlas y servir para la construcción de nuestra propuesta programática final.
Garantizaremos una participación incidente de los distintos actores y ciudadanos. Les doy mi palabra, este no será como esos programas que eran elaborados exclusivamente por expertos desde alguna oficina en la capital, sino que recogerá los aportes y las preocupaciones de quienes cotidianamente se ven enfrentados a los pendientes de Chile en materia de educación, salud, pensiones, empleo, transporte, entre muchos otras.
Qué duda cabe. Nos enfrentamos a grandes desafíos. Chile requiere y espera profundas transformaciones, y una Presidenta que tenga la capacidad de liderarlas e implementarlas, a la luz de la nueva Constitución que nacerá del proceso constituyente.
Porque la Constitución de la dictadura nos hizo pensar en un Chile individualista, donde cada uno y cada una se las arregla por sí sola. Los sistemas de educación y salud, y las pensiones, son claro reflejo de ello. De un sistema donde todo se estructura desde una lógica exclusivamente individual y no en clave solidaria, comunitaria y empática.
Debemos construir un nuevo Chile. El país lo requiere y lo espera. Un Chile que se estructura sobre nuevos pilares y principios de respeto irrestricto a la dignidad, solidaridad, sostenibilidad, colaboración, inclusión, paridad y plurinacionalidad a una sociedad cohesionada y, en consecuencia, con gobernabilidad y participación para poder impulsar los cambios.
Chile requiere y espera, una transformación socioambiental para ser un país más justo y colaborativo. La construcción de un Estado Social de derechos. Un país en el cual independiente de la capacidad económica, de dónde viven, de a que se dedican o de la edad que tengan las personas, podamos garantizar como sociedad, la satisfacción de las necesidades básicas para un buen vivir, un vivir digno.
Uno de los principios fundantes del Nuevo Chile ha de ser la solidaridad.
Que la lógica de lo colectivo supere el individualismo imperante.
• Solidaridad con las futuras generaciones en relación con el cuidado y protección del medio ambiente y su biodiversidad;
• Solidaridad territorial para favorecer un desarrollo equitativo e inclusivo;
• Solidaridad como base de la seguridad social, para enfrentar de manera colectiva las contingencias de las familias, como el desempleo, la enfermedad o la vejez. Garantizaremos prestaciones universales y suficientes que no dependan del aporte de cada cual. Revertiremos la cruda e indigna realidad de hoy, donde una persona que trabaja una vida para jubilar en pobreza, o donde para muchos y muchas la incertidumbre, angustia y desamparo es la única realidad ante la enfermedad o la cesantía.
Queremos impulsar la transformación hacia un modelo socio ambiental, para redistribuir el poder, las decisiones, la riqueza y las oportunidades. Con un centro en las personas y los territorios.
Una transformación que rompa los techos de vidrio de los que sufren discriminación por género, orientación sexual, clase social, edad, u origen étnico. Que asegure la plena inclusión. Esos techos empezaron a trizarse paulatinamente y hoy finalmente se rompen con un proceso constituyente paritario, que supera a la elite de siempre y da paso la verdadera diversidad y talento de nuestro país, incluyendo al fin, a los hasta ahora invisibilizados pueblos originarios.
Pero seré sincera, como lo he sido siempre.
Las profundas transformaciones que el país requiere y demanda no serán posibles si en lo inmediato no aunamos nuestras fuerzas y energías para impulsar un proceso amplio de reconstrucción, no sólo económica, sino que política y social, que nos permita superar las negativas consecuencias que heredaremos del peor gobierno de la historia reciente, encabezado por el Presidente Piñera.
La primera prioridad, que ya estamos impulsando desde el Senado, será hacernos cargo de las urgencias derivadas de las injusticias que venían incubándose y que develó el estallido y que la pandemia profundizó. Para ello requerimos una agenda estructural de recuperación económica con foco en empleo, ayuda a las micro, pequeñas y medianas empresas y en el desarrollo sostenible e inclusivo.
A pesar de la recuperación de la actividad económica, el número de ocupados hoy está cerca de un 10% por debajo de los niveles de empleo previos a la pandemia; con baja en los ingresos e informalidad. Esto demuestra que tenemos un desafío mayor en materia de empleo, especialmente en lo que se refiere a empleo femenino. También, debemos hacernos cargo de los desafíos que impone la crisis climática; pérdida de biodiversidad; sequía; nueva estrategia sanitaria para hacer frente a la pandemia, así como recuperar las atenciones de salud postergadas por el Covid-19, y poner un especial foco en las atenciones vinculadas a la salud metal, tan afectada producto de pandemia.
El proceso de reconstrucción no puede implicar hacer más de lo mismo. La nueva normalidad de la derecha, los mismos abusos de antes, pero con mascarilla, no sirve.
Para retomar mayores tasas de crecimiento económico, inclusivo y sostenible, necesitamos un cambio estructural en nuestra estrategia de desarrollo productivo. Un cambio que nos permita ir más allá de la acumulación de capital físico y la explotación de recursos naturales y que oriente los esfuerzos hacia la innovación, el emprendimiento, el desarrollo de capital humano avanzado, la ciencia y la tecnología.
Una estrategia basada en nuestro principal recurso: el talento de emprendedores, creadores, científicos, profesionales y técnicos.
Los países que han alcanzado el desarrollo lo han hecho sobre la base de economías diversificadas y competitivas que impulsen mayor innovación y productividad, considerando una activa participación de los trabajadores y trabajadoras; de respeto a los derechos de los consumidores y sobre la base de contar con un Estado fuerte, activo y moderno capaz de redistribuir y proveer bienes públicos productivos, que apunten a generar el bienestar de la ciudadanía.
Podemos y debemos generar una transformación productiva verde en nuestros sectores estratégicos, con un claro sello exportador y con fuertes encadenamientos productivos que permitan potenciar el papel de estas actividades económicas en los territorios.
El Estado debe jugar un papel distinto. Necesitamos conjugar adecuadamente el necesario y valioso emprendimiento privado con un papel activo del Estado para proveer mayores niveles de redistribución y mayores niveles de provisión de bienes públicos productivos en el camino a la construcción de una sociedad más justa y próspera.
El mercado y el Estado no juegan roles antagónicos. Se complementan y potencian. Aquellos que creen que el Estado debe jugar un papel subsidiario no entienden los desafíos que tenemos como país. Y aquellos que quieren hacer exactamente lo opuesto, que los privados jueguen un papel menor, no entienden que, para asegurar mayores niveles de bienestar permanente, se requiere una economía dinámica e innovadora. Una economía regenerativa, circular, colaborativa, compartida. Y en esastareas el emprendimiento privado es fundamental.
Todo lo anterior implica nuevos recursos púbicos y eficiencia en su utilización. Por ello deberemos construir un amplio pacto fiscal que dé sostenibilidad a las finanzas públicas. Nuestro sistema tributario carece de la progresividad necesaria para enfrentar los desafíos sociales y de crecimiento. No recauda lo necesario para financiar aquellos gastos permanentes del nuevo Chile. Una razón es la existencia de regímenes especiales y exenciones. O la ausencia de tributos que permitan que el Estado capture las rentas de los recursos naturales o se generen desincentivos a las externalidades negativas generadas
por algunas actividades, y que deje en los territorios una retribución adecuada por las actividades que allí se producen. Por lo anterior, la transformación de nuestro sistema tributario debe apuntar a aumentar la carga tributaria efectiva de las rentas del capital. Hoy, dichas rentas terminan pagando en los hechos una tasa de impuesto mucho menor que las rentas de igual magnitud provenientes del trabajo. Esto ha limitado la capacidad del Estado de proveer bienes públicos productivos y generar mayor redistribución
La tarea hoy es generar un sistema tributario más progresivo que permita ir financiando sustentablemente una adecuada combinación de bienes públicos productivos y transferencias sociales. Que los que tienen más, paguen más. Solo así podremos alcanzar de verdad una mayor igualdad. No es una tarea fácil. Pero es posible.
Estos son algunos de los desafíos que tenemos.
Hoy, con el lanzamiento del este primer Ayllú ciudadano, invito a todos y todas: Juntos construyamos el nuevo Chile. Siéntanse todos y todas, a lo largo de todo Chile a formar parte del desafío de superar el neoliberalismo y su mirada egoísta e individualista. Juntos y juntas vamos a construir un nuevo modelo socio ambiental para Chile, donde los territorios y las personas están en el centro.
Como nortina y diaguita, hija de la educación pública, como la mujer que ustedes ven aquí y conocen, les quiero decir que es posible romper las barreras que la elite nos ha impuesto. Pero también les quiero hacer una invitación mucho más profunda. No se trata de una tarea individual. No es un llamado a que cada cual rompa las barreras sociales. Nuestra invitación es crear una sociedad que no tenga barreras. Que todos y todas podamos desplegar nuestros talentos y tener una vida digna en comunidad, junto a todas y todos.
Cuenten con este Ayllú para ser parte de esta construcción. Cuenten conmigo para lograrlo.
Muchas gracias.
Yasna Provoste Campillay
Presidenta 2022