Escrito por Vidal Naveas Droguett, Historiador e Investigador de Atacama. Fotografías gentileza de Vidal Naveas Droguett
Iniciar una crónica respecto de las caídas de agua, aluviones y riadas en el Valle de Copayapu, es bastante difícil, dadas las condiciones en que nos encontramos, con falta de información, sin comunicación, y sin la biblioteca a mano, para recoger alguna información de mediana importancia, en Copiapó.
Estas líneas las hice, con la voluntad de mis amigos de Radio Amanecer de Caldera, quienes me proveyeron del internet, herramienta tan necesaria en el tiempo actual.
Las escasas informaciones, disponibles, que pueden cimentar acontecimientos anteriores, son difíciles de encontrar. Una de las razones esgrimidas por la historia, es justamente las riadas que han afectado a Copiapó, las que se han encargado de hacer desaparecer toda la información entregada por las autoridades, las crónicas de los diarios y los informes con contenidos particulares. También han contribuido a esta desinformación, los terremotos e incendios en la capital de nuestra región.
Una de las pocas estadísticas para comentar, son las avenidas del río Copiapó, de las cuales se conoce algún dato son del año 1905.
En la fotografía, rescatada del libro de Rafael Poirier, El Centenario de Chile, publicado en 1910, se habla escuetamente de las riadas en Copiapó y aparece esta imagen.
La foto: nos ilustra sobre la gran crecida del Río Copiapó en 1905, producto de un aguacero de grandes proporciones.
Al parecer las bajadas de agua desde las altas cumbres, que en torrentes busca un cauce natural, situándose por las quebradas múltiples que tiene nuestra región eran bastante habituales.
Hubo riadas de enormes proporciones, como la que se produjo en el año 1906, donde la destrucción fue enorme. Así lo grafica la imagen que, muestra la destrucción de puentes en el sector de Piedra Colgada.
En 1913, también hubo un aluvión de proporciones, de lo cual es escasa la información.
Rescatando una crónica del historiador calderino, don Medardo Cano Godoy, quien escribió un artículo en un diario atacameño, – que en marzo de 1927, había llovido más de la cuenta en la región, y la gran cantidad de agua caída en las quebradas que se ubican al interior del valle, se desbordaron y vaciaron desde el sector de Juntas, hasta Punta Negra. Las aguas arrasaron los poblados de San Antonio, Hornitos, Nantoco, Tierra Amarilla, Paipote y el Pueblo de San Fernando, todos los cuales sufrieron los embates del furioso y destructor torrente, la memoria aún guarda vestigios de aquel feroz aluvión que, incluso, desbordó varios sectores de Copiapó. Uno de los más afectados fue la “calle Nueva”, como se llamaba en ese entonces la naciente Avenida Copayapu, naturalmente de tierra, en toda su extensión, la que quedó convertida en un verdadero zanjón, particularmente el tramo comprendido entre Placilla Sierralta y la Población El Buen Retiro, donde hoy se ubica el estadio Luis Valenzuela Hermosilla y Parque Schneider.
Se conoce detalles del gran aluvión del año 1946, que se repite en muchos aspectos.
Al igual que la gran inundación del año 1953, – donde se habla del rompimiento de una nube, en el sector de la Estación Carrera Pinto, entre Copiapó e Inca de Oro –, como causante de la riada de aquel año.
En la foto, se aprecia trabajadores ferroviarios de Inca de Oro, reparando las vías férreas destruidas, producto del aluvión del año 1953. Nótese al fondo, un individuo junto a un riel doblado por la fuerza de las aguas.
Imposible no hacer un recordatorio a la bajada de las aguas del Río Salado, ocurrida un 10 de febrero de 1972. Provincia de Chañaral.
En tiempos de verano, son normales las lluvias torrenciales, por el fenómeno conocido como Invierno Altiplánico.
El 10 de febrero de 1972, se produjo una de las mayores catástrofes en la Provincia de Chañaral. Un aluvión de aguas lodo, relaves y piedras en torrente, afectó mayormente al puerto de Chañaral, no sin antes haber causado graves problemas en El Salado y Pueblo Hundido, hoy la comuna de Diego de Almagro.
Las aguas bajaron por las quebradas de Chañarcillo y El Salado, juntándose ambas en el sector conocido como El Empalme.
El fenómeno ocurrió en la madrugada y causó enorme pánico y destrucción en Chañaral, donde la ola de barro, se introdujo de repente en las casas, alcanzando éstas un metro de altura.
Se recuerda que, en la cancha de futbol del Club San Martin, ubicada en donde hoy está la Avenida Diego de Almeida, el agua cubrió los pórticos hasta el travesaño.
Resultó muy dañada la Carretera 5 Norte, desde la calle Miller hasta los Servicentros Copec.
Momentos antes, habían terminado en el Polideportivo local, unas actividades relacionadas con los Carnavales de Verano.
Es pertinente aclarar que, las aguas en descenso venían de la alta cordillera, y en el Salado, Diego de Almagro y Chañaral, no cayó ni una sola gota de agua.
Así estaba el Río Salado, en una imagen de W.Griem Año 1990.
Años más tarde, – en el año 1986, cuando ya se cuenta con estadísticas oficiales – la crecida del río no causa mayores problemas, las precipitaciones de aguas caídas, durante todo el año, nos hablan de 60.6 mls.
Es que aún, estaba la huella que había dejado el Cuerpo Militar del Trabajo, dependiente del ex Regimiento de Ingenieros Motorizados Nº1 Atacama, entidad que, durante años fue la encargada de velar por la limpieza de canales y quebradas; y construir defensas antediluvianas en las orillas del Río Copiapó.
Esta unidad militar, tenía una gran cantidad de maquinaria pesada. La tarea de resguardo la cumplían unos veinte camiones Reo, varias motoniveladoras Caterpillar, cargadores frontales, máquinas buldócer, inclusive un vehículo con un moderno sistema purificador de aguas.
Esta costumbre de cuidado y resguardo de la comunidad, se perdió al crearse un nuevo regimiento en Copiapó, que terminó con esa vieja costumbre de convertirse en guardianes de los alrededores de nuestra ciudad.
La vieja maquinaria del regimiento, fue “vendida” a una familia particular de la zona, en una extrañísima “licitación pública”. Con el correr de los años, se convertiría ésta, en el modelo ideal de los empresarios nacionales. Fue el comienzo de la Privatización en Chile, una exquisitez del modelo neoliberal, imperante en nuestro país.
La misma situación ocurrió, con la finalización de los trabajos que hacía Vialidad, entidad dependiente del Ministerio de Obras Públicas, que se preocupaba de la mantención de carreteras y caminos de la región.
En el año 1991, se contabilizaron 50.2 mls. de agua caída en un año. Los problemas fueron menores.
La gran lluvia que se hizo presente en el año 1995, dio una voz de alarma, el frente frío en altura, alcanzó desde Antofagasta a Santiago, las mayores destrucciones se detectaron en el puerto de Taltal, el cual quedó totalmente aislado por más de un mes.
En Copiapó las riadas, se han producido por bajadas en torrentes, de las aguas provenientes de las quebradas de Paipote, Meléndez y Carrera Pinto.
Aún está en la memoria de mucha gente, la gran lluvia del año 1997, donde las estadísticas de agua caída en un año, fueron de 138.6mms.
El día 12 de junio de 1997, cayeron en un solo día 100.5mms.
El río, tuvo una gran crecida en aquella oportunidad, hubo una leve preparación de parte de la autoridad para soportar la emergencia que se aproximaba. La ciudad resistió bien el embate de la naturaleza. La nota discordante, se produjo ante la bajada de las aguas provenientes de las quebradas de Chanchoquín, cuyos torrentes, bajaron por las poblaciones Juan Pablo II y Pedro León Gallo, en busca de un mejor cauce, lo mismo que la avenida de la quebrada del Rosario, cuyas aguas bajaron por la población El Escorial, cruzaron la Población Rosario y el Cementerio Municipal. En aquella oportunidad hubo de lamentar la pérdida de vida de 10 personas.
Una panorámica de la bajada en torrente, de la calle Flora Normilla, en la Población Pedro León Gallo, Copiapó. Año 1997.
Comentario final
Hoy, marzo de 2015, cuando somos víctima de un aluvión, sin parangón en la historia de Atacama, demás está decir que se han cometido errores, como los causados por la minería en la zona cordillerana. Se han ocupado quebradas para el depósito de relaves, se ha destruido la geografía natural, en pro de abaratar costos, con una política mal diseñada, que permite una paulatina destrucción del paisaje.
La prueba está a la vista y paciencia de todos los atacameños, ver como se destruye un cerro ante nuestros ojos, en el Sureste de nuestra ciudad, sector de Garín.
Esa mole, aquel cerro, la naturaleza lo depositó allí, y el hombre en su mezquino afán de riqueza lo está destruyendo. Las consecuencias las veremos en el futuro que, no está muy lejano.
El lenguaje quechua, nos indica que Chanchoquín, cerro que abriga la ciudad y la protege de los vientos costeros, reclama su identidad. Su nombre quiere decir, cerro rodeado de aguas, pregonando claramente que, el Río Copiapó, abarca todo el valle, sabiendo que nos hemos apoderado de su lecho, imprudentemente.
Lamentablemente, la carrera política de nuestros gobernantes, ha incurrido en el grave error de cambiar el uso del cambio de suelos, al autorizar construcciones en los bordes del rio Copiapó, sin reparar en el daño que se avecina. El error consiste en no consultar a la gente conocedora de su territorio, ni tampoco los libros de historia.