Gobernando los Cambios

Es posible que cuando hablamos de nuestro futuro, muchos de nosotros dispongamos de un conjunto de intuiciones respecto de los escenarios que enfrentaremos en conformidad a nuestras acciones y/u objetivos trazados en el pasado. Dicho de otro modo, la creencia popular dice que el futuro es producto de nuestros actos. Otros creen que el futuro está condicionado a lo que se denomina “destino” y de acuerdo a ello, o te alejas o te acercas a una suerte de Plan Divino que debe ser cumplido. Finalmente tenemos a quienes buscan pistas del futuro en la metafísica popular a través de oráculos (cartas, tarot,runas). En todas estas “visiones” respecto del futuro, la persona (o el colectivo) tienen como común denominador la proyección hacia algo que es probable, pero que aún no ocurre. Es decir, el futuro no existe, se construye. Hasta ahí para mí, el futuro era una cuestión que en psicoanálisis (CJ Jung) se llama “sincronismo” y que asocia variables de probabilidades matemáticas con la posibilidad de que ciertas cosas ocurran. Dichos cálculos los realizaría el cerebro (neo cortex), tomando como base del cálculo nuestras acciones pasadas y la probabilidad de que ciertas situaciones ocurran. En todo caso daba igual, el futuro –pensé- es como una puesta de sol: se puede suponer pero no tocar. Mientras más cerca crees estar, más se aleja. Es decir, nunca está.

Sin embargo y a propósito de una tesis que me tocó revisar, puse atención a los temas del “Coaching Ontológico”, disciplina que me entregó una visión relativamente distinta. Es decir, que el futuro es moldeable en conformidad a nuestras decisiones, las cuales deben ser internalizadas en coherencia con nuestras acciones y de allí proceder a establecer los cambios para que las cosas que vienen sean direccionadas por nosotros mismos.

Por ese tiempo me quedé con dicha idea, hasta que hace unos meses participé en el Seminario Internacional “Escenarios Prospectivos en Latinoamérica” organizado por las Naciones Unidas en la localidad boliviana de Santa Cruz de la Sierra. Mi tema fue “participación ciudadana y escenarios estratégicos futuros: el caso de la Región de Atacama”. En sencillo, se refería a relatar la experiencia en nuestra región en planificación de escenarios futuros (en participación ciudadana). La verdad es que me sorprendió el interés respecto de lo que en nuestra región desarrollamos durante el año 2000 al 2009 en ese tema y el modo en que las estrategias de participación consideraban elementos de anticipación que nos permitían amoldar la planificación (planes, programas y proyectos) al vaivén de las posibles variables futuras (el precio del cobre, los inmigrantes, el crecimiento económico, la apatía social, el clientelismo, la política, etc).

No obstante lo anterior, a poco andar una pregunta me quedó dando vuelta los 10 días del Seminario: si una persona o un colectivo de personas (organizaciones, instituciones, etc.) tienen el diagnóstico adecuado sobre la “situación base” y existen “estrategias” (o han esbozado algunas), ¿por qué a la fecha debemos por lo usual generar un gasto que no estaba considerado dado un terremoto ó un aluvión?, o; ¿por qué la ciudadanía dice “saber” que ciertas cosas iban a pasar y no les hicieron caso?, en fin.

Pues bien, enseña Juan Matus (el hechicero yaqui relatado por el antropólogo Carlos Castaneda), que para tomar decisiones de calidad, debemos “conocer el camino” (diagnóstico), “tener un propósito” (imagen objetivo) y estar conectados con el “águila” (el futuro). De ello y en todo ámbito sobre todo a partir del aluvión y del terremoto reciente, desprendo que nuestro país ha afinado el diagnóstico (sabemos dónde estamos parados), tenemos un propósito (el desarrollo en sus distintas dimensiones), pero nos falta algo: el águila. Es decir, a la hora de planificar el desarrollo miramos el pasado, detectamos el presente pero del futuro sabemos muy poco o nos interesa medianamente.

Para mermar el déficit antes señalado, tanto en lo individual como en la macro planificación, se sugiere abrir ventanas a los futuros posibles que emanan de nuestras acciones personales ó colectivas. Las Naciones Unidas a esto lo llama “anticipación”, es decir; determinar “científicamente” la probabilidad de que ciertos hechos ocurran, de modo de disponer de un set de cursos de acción diseñado para cada escenario posible.

Hoy asistimos a un dilema que a mi juicio se da en todo nivel de la actividad humana (principalmente colectiva) y se trata de “la acción reactiva” versus “la acción anticipatoria”. Lo vemos en todos los análisis que se realizan, puesto que determinadas catástrofes naturales (sobre todo) han evidenciado acciones con un sentido reparatorio frente a los hechos. Es decir, hemos “reaccionado” a los hechos, en vez de habernos “anticipado” a los mismos.

Sobre esto las Naciones Unidas – Cepal, recomienda a los gobiernos, disponer en su esencia técnica, de dos elementos sustanciales: 1) Las Políticas Públicas deben cuidar y mantener a los responsables técnicos de ciertas áreas sensibles, ya q allí radica el know How de las instituciones (conocimiento específico que se adquiere de la experiencia) y, 2) Elaborar estratégicas robustas que incorporen instrumentos de anticipación de hechos futuros.

Hoy el dilema que se plantea, es: seguimos reaccionando frente a los hechos? ó nos anticipamos a los mismos?. El primer caso se mueve en el campo de la intuición, el sentido común y la buena voluntad de los actores. El segundo requiere de un campo técnico propicio, de la voluntad de quienes toman decisiones, de la experiencia y excelencia de los profesionales vinculados, etc.

Tengo la impresión que del 2014 a la fecha ya se evidencian en ciertos sectores del Estado, la necesidad de planificar considerando el futuro posible o los futuros posibles (multiverso), ya que a la fecha no pocos organismos estatales planifican partiendo de la premisa (falsa) de que todo es el resultado de la causalidad y por lo tanto la trayectoria es lineal y sobre eso “no hay nada más que hacer”.

La experiencia nos enseña que muy pocas cosas son lineales. CJ Jung, expuso que la realidad es un mosaico que es necesario descifrar y para ello hay que mirar en todos los sentidos posibles. Todas las cosas dicen de sí algo y para escucharlas debemos afinar el oído.

Siguiendo las palabras de un gran estratega argentino: “lo más importante es preocuparnos de diseñar nuestro futuro desde el presente que vivimos, porque el futuro será la casa que habitaremos hasta nuestra muerte”.


jaimesuarezJaime Antonio Suárez Pérez, Sociólogo Post Título en Planificación Social (ONU-CEPAL).