“La importancia de llamarse Teodolinda,,,”
“Solo olvidamos cuando dejamos de agradecer”
Por Marcos Parada Escobar
Desde los primeros pasos del asentamiento, los pueblohundianos se plantean el problema de la Instrucción Primaria. Es así como el año 1912, se discute el asunto en asamblea pública, durante celebración de Fiestas Patrias.
Cuatro años más tarde, en abril de 1916, luego de un rápido censo, se constata la existencia en Pueblo Hundido de aproximadamente 100 niños, de ambos sexos y menores de 14 años, de los cuales el 50 % eran analfabetos (EL PROGRESO, Chañaral, abril 26 de 1916). Con este respalda se redoblan los esfuerzos por contar con una escuela.
Los primeros pasos logrados al respecto, son de orden administrativo y se remontan a los Decretos Nros. 6 y 7 de mayo de 1916, mediante los cuales se introduce la Instrucción Primaria Obligatoria en Pueblo Hundido y Mina Carmen, bajo pena de multas a los padres y apoderados que no enviaran a sus hijos y pupilos a las escuelas públicas de dichos lugares. Desde estos momentos se redoblan los esfuerzos por la escuela local. Encabeza la loable misión el Delegado Municipal, Don Pablo Peralta, secundado por los vecinos Juan de la Cruz Gaete, P. Clares, “Pepe” Araya y Armando Fritis.
La primera materialización económica que realizaron esto señores fue durante las Fiestas Patrias del año 1916, en la cual el directorio organizador acuerda por unanimidad destinar los fondos sobrantes a la creación del establecimiento educacional, los cuales ascendían a la suma de $ 148, 49.
Un año después, el 13 de agosto de 1917, entra en funcionamiento la Escuela Mixta N° 4 de Pueblo Hundido, bajo la dirección de la Srta. Teodolinda Torres Carmona y supervisada por el Sr. Clodomiro Arzua.
Ocupaba un edificio fiscal, ubicado presumiblemente en las dependencias de la Estación de Ferrocarriles del Estado. Se encontraba en regular estado de conservación, con capacidad para atender a la población escolar local y carente de las condiciones pedagógicas e higiénicas, tanto en las salas como en el patio.
Empieza a funcionar con una matrícula de 100 alumnos, pero con una concurrencia media de 60-70, los cuales eran recibidos por la profesora Teodolinda en una sala de clases con 20 bancos y 3 sillas.
Bajo estas condiciones inicia su tarea educativa la profesora Teodolinda, labor que por casi 5 años va acometer completamente sola, hasta que se le asigna como ayudante a la Srta. Clodomira Farfán Rojas (febrero de 1922). Empero, poco le duró la compañía a la insigne directora, puesto que por economía en abril de 1927 se suprimió la asesoría de la profesora auxiliar.
A estas altura, sin ayudante y sin las condiciones pedagógicas e higiénicas mínimas para realizar una buena labor educativa, la escuela es considerada “…una verdadera calamidad pública” (EL DEBER, N° 18, abril de 1927). Es más, la situación fue empeorando tanto que durante una visita que realizó al lugar el médico sanitario, propuso clausurar el establecimiento para el invierno (mayo de 1932).
A pesar de la situación adversa, la profesora no escatimaba esfuerzos por tratar de salir adelante. Este tesón estaba dirigido tanto a los alumnos mismos y su aprendizaje (llegando incluso a pagar de su bolsillo el flete de unos textos pedagógicos llegados por ferrocarril y retenidos por falta de recursos para retirarlos), como hacia la inserción del colegio en la comunidad. Consecuente con ello, una serie de actividades va a realizar el establecimiento en estrecha colaboración de los vecinos.
Como veíamos, uno de los principales problemas que arrastraba la escuela era el mal estado en que se encontraba el local, el que ya no admitía reparaciones. En razón a ello, el Gobernador Departamental, Sr. Pedro Bohórquez del Solar, solicita a la autoridad correspondiente la construcción de un edificio nuevo (febrero de 1930).
Haciendo oídos de la solicitud, las autoridades educacionales destinan los primeros recursos monetarios para la construcción de las dependencias (julio 1930), los que equivalían a $ 100. Sin embargo, los trabajos se iniciaron solo seis meses después, tras una visita que realizara a la localidad el Intendente de la Provincia, Sr. Lucio Concha, junto al Gobernador del departamento. En ese momento se ordena el inicio de los trabajos de demoliciones a fin de habilitar el terreno (enero de 1931).
Dos años demoró aproximadamente la construcción del nuevo edificio, considerado en ese minuto como una obra de progreso y adelanto. Se ubicaba en lo que es hoy la calle Alcalde Florencio Vargas Díaz. Media 100 metros de frente por 55 de fondo y constaba de 2 salas de estudio, una oficina para matrícula y dos amplios patios.
La inauguración se programó para el día domingo 18 de junio de 1933, con una velada artística, cuyo recaudo fue destinado a la compra de regalos para los alumnos.
Sin embargo, con una gran ausencia contó esta magna celebración. La Profesora Teodolinda había partido el 29 de septiembre de 1932, con destino a la ciudad de Vallenar, para hacerse cargo de la escuela de Alto del Carmen. Con su partida puso fin a un ciclo de 14 años de pionera y esperanzadora labor educativa. Hoy diríamos que se embarcó en el tren del olvido y para los que estudiamos (y repetimos) en la Escuela 4, será “La silente compañía cuando a solas nos duela la nostalgia” (Alberto Cortez).